Sencillo, sencillo...
¡Y nada de gelatina!
Una vez cocido, se debe añadir la leche condensada a las yemas mientras aún estén calientes.
De esta manera, el calor de la leche condensada coagulará las proteínas de las yemas y dará cuerpo a la mousse.
De esta manera conseguirás una mousse más espesa y si incorporas con cuidado las claras de huevo, la mousse no se separará como ocurre en otros lugares.
¡Disfrutar!